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Claude Monet, uno de los fundadores del impresionismo francés en la segunda mitad del siglo XIX, transformó el lienzo en un medio para capturar las fugaces impresiones del mundo natural. Conocido por su innovador uso de la luz y el color, Monet exploró la atmósfera y las condiciones cambiantes de su entorno, haciendo que cada cuadro sea una celebración del momento percibido.
Los cuadros de Claude Monet, especialmente sus series como «Los nenúfares» y «Impresión, sol naciente», por las cuales el impresionismo toma su nombre, muestran su maestría en la captura del efecto de la luz sobre el paisaje. Estas obras no se centran en los detalles finos, sino más bien en la sensación de la escena, permitiendo que el espectador experimente la esencia del momento y del movimiento.
Monet dedicó gran parte de su vida a pintar en su jardín en Giverny, donde las variaciones de luz y color en sus estanques de nenúfares y su puente japonés fueron inmortalizadas en lienzos que son hoy sinónimos de la belleza impresionista. Su enfoque radicalmente nuevo en la pintura sigue cautivando a audiencias de todo el mundo, y sus cuadros son una piedra angular en la historia del arte.
